Click Aquí

para llegar al final de la página


LA FERVOROSA




En todos los lugares he encendido

con mi brazo y mi aliento el viejo fuego;

en toda tierra me vieron velando

el faisán que cayó desde los cielos,

y tengo ciencia de hacer la nidada

de las brasas juntando sus polluelos.


Dulce es callando en tendido rescoldo,

tierno cuando en pajuelas lo comienzo.

Malicias sé para soplar sus chispas

hasta que él sube en alocados miembros.

Costó, sin viento, prenderlo, atizarlo:

era o el humo o el chisporroteo;

pero ya sube en cerrada columna

recta, viva, leal y en gran silencio.




No hay gacela que salte los torrentes

y el carrascal como mi loco ciervo;

en redes, peces de oro no brincaron

con rojez de cardumen tan violento.

He cantado y bailado en torno suyo

con reyes, versolans y cabreros,

y cuando en sus pavesas él moría

yo le supe arrojar mi propio cuerpo.




Cruzarían los hombres con antorchas

mi aldea, cuando fue mi nacimiento

o mi madre se iría por las cuestas

encendiendo las matas por el cuello.

Espino, algarrobillo y zarza negra,

sobre mi único Valle están ardiendo,
vsoltando sus torcidas salamandras,

aventando fragancias cerro a cerro.




Mi vieja antorcha, mi Jadeada antorcha

va despertando majadas y oteros;

a nadie ciega y va dejando atrás
vla noche abierta a rasgones bermejos.
vLa gracia pido de matarla antes

de que ella mate el Arcángel que llevo.




(Yo no sé si lo llevo o si él me lleva;

pero sé que me llamo su alimento,

y me sé que le sirvo y no le falto

y no lo doy a los titiriteros.)




Corro, echando a la hoguera cuanto es mío.

Porque todo lo di, ya nada llevo,

y caigo yo, pero él no me agoniza

y sé que hasta sin brazos lo sostengo.

O me lo salva alguno de los míos,

hostigando a la noche y su esperpento,

hasta el último hondòn, para quemarla

en su cogollo más alto y señero.




Traje la llama desde la otra orilla,

de donde vine y adonde me vuelvo.

Allá nadie la atiza y ella crece

y va volando en albatròs bermejo.

He de volver a mi hornaza dejando

caer en su regazo el santo préstamo.




¡Padre, madre y hermana adelantados,

y mi Dios vivo que guarda a mis muertos:

corriendo voy por la canal abierta

de vuestra santa Maratòn de fuego!

link para ver el poema